sábado, 20 de agosto de 2011

El gasto en los hogares mexicanos

Publicado en Plaza de Armas el 1 de Agosto de 2011

La semana pasada analicé en estas columna cómo se comportaron los ingresos de los hogares mexicanos en el periodo 2008-2010 acorde a los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010 que realiza el INEGI, cuyos resultados se dieron a conocer hace 2 semanas. Estos fueron malos y preocupantes, ya que en 2 años los ingresos de los hogares en términos reales cayeron un 12.6%.

Evidentemente, esto ha tenido diversas repercusiones económicas y sociales. CONEVAL analizó esta información generada por INEGI desde la óptica de la pobreza por ingresos (recordemos que CONEVAL evalúa la pobreza desde distintas variables sociales), e identificó que la población que vivía en agosto de 2010 debajo de la línea de bienestar (un eufemismo para nombrar a una línea de subsistencia) pasó del 49% al 52%. En otras palabras, ¡1 de cada 2 mexicanos recibía menos de $2,114 pesos mensuales en las áreas urbanas y $1,329 en las rurales! Eso no les permitía cubrir los gastos de la canasta básica alimentaria y no alimentaria. Además de los riesgos sociales que esto implica, queda claro que hablamos de un mercado interno bastante deprimido.

Ante esta situación, ¿cómo se comportó el gasto de los hogares mexicanos? Una reacción fue la reducción significativa en el gasto de artículos de mayor inversión, como lo son computadoras, muebles, enseres domésticos y vehículos. Aunque estos han reflejado mejoras importantes en los últimos meses, inclusive con crecimientos muy atractivos, siguen sin recuperar los niveles previos a la crisis; por lo tanto, podemos observar que los efectos de la crisis que comenzó en 2008 siguen sin superarse por completo, y hay muchas condiciones que dejan ver que la recuperación seguirá siendo lenta y llena de riesgos.

Ahora, si analizamos los resultados cuantitativos de la Encuesta sobre cómo se comportó el gasto de los hogares, vemos que en términos generales éste se contrajo 2.6% en términos reales. ¿Cómo puede ser que no se refleje en la misma magnitud la caída de ingresos con la de gastos? Las explicaciones pueden venir de muchas partes y muy probablemente es resultado de una mezcla de estas causas. Por una parte, los tabulados básicos que publica el INEGI no contienen los movimientos relacionados con el valor patrimonial del hogar (ahorros, tandas, inversiones, otros activos), por lo que es posible que una parte de ese diferencial entre gastos e ingresos haya sido cubierto por la pérdida de patrimonio en los hogares. Una segunda causa es que los gastos corrientes son registrados al momento de la adquisición, pero no son necesariamente pagados en ese momento, lo que implicaría un aumento de deudas de los hogares. La tercera explicación, no tan clara por el método usado pero que no es improbable, es el reflejo de ingresos por economía informal, de distintas naturalezas, pero que está incidiendo en solventar los gastos que el ingreso corriente no puede cubrir. La cuarta explicación es en el sentido de la percepción de parte de quienes contestan la encuesta (ante un cuestionario tan extenso como el que se aplica, seguramente muchas respuestas estén basadas en percepciones o sentimientos)

Dejando de lado la brecha entre las caídas de ingresos y gastos, analicemos en sí el comportamiento de estos últimos. La Encuesta considera 9 clasificaciones para los tipos de gastos corrientes que abarcan alimentación, vestido, servicios del hogar, inmobiliario y enseres domésticos, cuidado de la salud, transporte y comunicaciones, educación y cuidados personales. Como se puede ver, una cobertura bastante exhaustiva. En términos generales, el principal rubro de gasto en los hogares es el clasificado como alimentos, bebidas y tabaco (la clasificación se hace así, pero el tabaco representa menos del 1% del gasto de esta categoría). Aunque es el rubro más importante, la importancia relativa es muy diferente en función de los ingresos de los hogares: para los de menores ingresos, este rubro representa casi el 50% del total de su gasto, mientras que para los hogares con más ingresos representa cerca del 25%. El gasto en esta categoría se contrajo para casi todos los hogares, excepto para el 10% de ingresos más altos. Podría pensarse que su reducción se dio por la caída en el gasto de alimentos y bebidas hechos fuera del hogar; pero no, ¡el rubro que cayó casi 4% fue el de los alimentos y bebidas consumidos en casa! Aunque no hay elementos claros con los datos de la encuesta del INEGI, o el gasto menor está impactando en la calidad alimenticia de los mexicanos, o la canasta de alimentos bajó sus precios en términos reales, o los hogares mexicanos se volvieron compradores más conscientes y buscaron mejores precios para este tipo de compras; nuevamente, es muy probable que sea combinación de todos estos factores. Las otras 2 categorías que tuvieron caídas en el nivel de gastos por hogar fueron el de servicios en el hogar (en particular agua, electricidad y combustibles, pero con caídas tan fuertes que parece difícil pensar que fueron ahorros generados por los hogares, y que mas bien estamos ante la presencia de economías informales involucradas) y lo relacionado con la transportación.

En resumen, esta situación genera consumidores muy conscientes del gasto, elemento que deberán considerar las empresas enfocadas al consumo al presentar su oferta. La compra de bienes duraderos seguirá requiriendo de estímulos (promociones, financiamientos, etc.) ya que aún no logra su recuperación total. Por último, elementos que parecen estar presentes en los hogares para solventar la caída de ingresos (pérdida de patrimonio, endeudamiento, posiblemente economías informales) crean factores estructurales poco sustentables. Nuevamente, el ritmo de recuperación muestra ser insuficiente; es cada vez más necesario que la estabilidad macroeconómica y la reciente recuperación se comience a reflejar claramente en los bolsillos de los hogares mexicanos a través de más y mejor empleo, ciclos económicos más estables y la atención más eficaz a los sectores más desprotegidos y vulnerables, tarea difícil pero necesaria.

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