viernes, 12 de agosto de 2011

Educación y empleo... nuevamente

La semana pasada salió un artículo en The New York Times en donde se identifica una reducción importante en la dinámica de migración de México hacia Estados Unidos debido a “cambios no reconocidos en México que han hecho que quedarse en casa sea más atractivo”.

Sin duda un dato relevante en el estudio de la dinámica migracional México-Estados Unidos es el de la migración ilegal. Acorde a un estudio del Pew Hispanic Center publicado en Febrero de este año (“Unauthorized Immigrant Population: National and State Trends, 2010.”), la migración ilegal de México a Estados Unidos era de cerca de 500,000 personas por año en la primera mitad de la década pasada, mientras que para el periodo Marzo 2007-Marzo 2009 ésta bajó a un promedio de 150,000 personas por año. De esta forma podemos entender la magnitud del descenso y cambio en la dinámica que plantea el artículo citado. Pero, ¿qué provocó este descenso?

De acuerdo al artículo y para efectos de síntesis, mencionaré algunas de las causas que son ampliamente desarrolladas: la caída en el número de oportunidades en Estados Unidos por la crisis económica, el aumento de políticas restrictivas a los derechos o a la oportunidad de empleo para inmigrantes ilegales en diversos estados norteamericanos, el aumento del crimen en la frontera, el aumento del costo para pasar la frontera ilegalmente, el aumento en la migración legal (aumento en el número de visas otorgadas y mayor migración de familiares directos por parte de mexicanos que se han convertido en ciudadanos norteamericanos), la reducción en el tamaño de las familias (lo que hace que el grupo de potenciales migrantes se reduzca), así como el aumento en las oportunidades de educación y empleo en México.

Como podemos ver son causas de muy diversa naturaleza, que difícilmente son todas claras y conscientes en la cabeza de una persona que decide que ya no es tan atractivo migrar, especialmente si se hace de manera ilegal, pero que sin duda crean en conjunto nuevas dinámicas sociales que debemos estudiar y evaluar por los impactos que generan hacia el interior. En particular, enfocaré el análisis hacia los últimos dos aspectos mencionados por el artículo, ya que tienen demasiados matices.

Es cierto que se ha avanzado mucho en la cobertura educativa, pero por diversos temas de calidad educativa, mezcla de las carreras estudiadas y mercado laboral, no se ha logrado traducir en mayores tasas y oportunidades de empleo para la gente de mayor educación. De hecho, durante 2009 el tener educación superior demostró no ser un elemento que incidiera para que ese grupo tuviera una menor tasa de desocupación.

Por otra parte, también es cierto que el PIB per capita aumentó 3.1% en la primer década de este siglo si lo medimos en pesos constantes, pero es inferior a otras tasas en diversos países y vemos que no ha logrado transformarse en un mercado interno robusto, donde el nivel de consumo se encuentra a niveles cercanos a los del 2007 después de la crisis económica.

Como he mencionado con anterioridad en esta columna, el objetivo no es cuestionar o invalidar logros cuando existan, sino ponerlos en contexto para estimar su impacto real. Ante estos datos, me parece que es mayor el peso de los riesgos y costos en la emigración ilegal así como la limitación de oportunidades en Estados Unidos, que la generación de oportunidades en México la que ha generado que caiga el número de emigrantes ilegales (y esto aumenta las presiones hacia el interior del país).

Acorde a las últimas cifras de INEGI, la tasa de desempleo en el primer trimestre del 2011 fue de 5.2%. Esto significa casi 2.5 millones de mexicanos que buscan trabajo y no consiguen; pero si además consideramos que hay 400,000 personas que tienen un trabajo pero que están subocupadas y que requieren un trabajo adicional, y que por otra parte hay más de 6 millones de mexicanos que sí están dispuestos a trabajar pero que no califican como desempleados porque no lo están buscando activamente simplemente porque han desistido o por considerar que no tienen posibilidades de conseguirlo, ya hablamos de cerca de 9 millones de mexicanos con algún requerimiento laboral.

Ahora, supongamos que por obra de magia, se generan los empleos para la gran mayoría de esos 9 millones de mexicanos… ¿todos tendrían la capacidad para hacer los trabajos disponibles? Es decir, ¿tendrían los conocimientos, habilidades y aptitudes para hacerlos? Los resultados de las evaluaciones educativas parecen indicar que no. Esto vuelve a dejar claro que empleo y educación son los temas que deberían dirigir los temas de la agenda nacional.

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