Publicado en Plaza de Armas el 5 de Septiembre de 2011
Todos sabemos la importancia que tiene en la vida de una
persona la adquisición de una vivienda, tanto por la parte de seguridad que da
a un plan de vida, como por la posibilidad de independencia y la construcción
de un patrimonio.
Pero también sabemos que en muchas ocasiones, por diversas
condiciones sociales, de infraestructura y de planeación, existen zonas que van
sufriendo una degradación importante en términos de calidad de vida y de valor
patrimonial. Grandes unidades habitacionales con muchas viviendas pequeñas en
un espacio reducido, con muy pocas áreas verdes y cero opciones de
esparcimiento, que a lo mejor cuando son habitadas inicialmente no reflejan la
gravedad de estas limitaciones ya que son ocupadas por jóvenes que están
formando un patrimonio inicial y parejas recién casadas; pero con el paso del
tiempo llegan los hijos, y donde antes vivían 1 ó 2 ahora viven 4 o más, con lo
que se duplica o triplica la población de la misma unidad. Después, los hijos
van creciendo, llegan a la adolescencia y ante la falta de infraestructura para
tener actividades recreativas o de esparcimiento, junto con varias realidades sociales
complejas, hace que en algunos casos se conformen pandillas que inciden
negativamente en la seguridad del entorno. Y junto con toda esta historia, las
dificultades económicas así como la falta de cultura de mantenimiento va
haciendo que se deterioren las condiciones físicas del lugar, con lo que se da
el fenómeno de la “ventana rota” (teoría social que establece que ante un
entorno con señales de descuido o destrucción que no sean reparadas, da pie al
escalamiento de esos descuidos), y eso provoca condiciones de inseguridad,
pérdida de calidad de vida, hacinamiento, etc. En general, condiciones poco favorables
de desarrollo social y la destrucción del valor patrimonial (aunque creo que no
somos tan ajenos a estos fenómenos que podemos constatar en diversas ciudades,
un ejemplo se ve en la película brasileña “Ciudad de Dios”).
Para contrarrestar estos fenómenos de alto impacto negativo social
y económico, diversos organismos nacionales en México se han dado a la tarea de
cuidar que los desarrollos habitacionales tengan condiciones iniciales que
rompan con estos ciclos y mecanismos para fomentar el mantenimiento de las
viviendas. Hace varios años participé en el ejercicio de planeación de la
Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), en el que este tema fue parte de las líneas
estratégicas del organismo; de igual forma, Infonavit ha estado fomentando el
desarrollo de vivienda verde y otros aspectos que permitan cuidar el entorno
físico de las viviendas.
Es en este contexto en el que el Instituto Mexicano de la
Competitividad (IMCO) desarrolló, con la asesoría de SHF, Infonavit, CONAVI y
muchos otros organismos del sector público y privado relacionados con la
vivienda y planeación urbana, el primer Índice de Competitividad Municipal en
materia de Vivienda (INCOMUV). El objetivo de este índice es reflejar la
capacidad que tiene un municipio para aumentar el valor de las inversiones en
vivienda en el largo plazo. Esta capacidad depende de los atributos mismos de
la vivienda así como de su entorno y del contexto urbano en su totalidad, por
lo que el IMCO desarrolló el índice a través de 78 indicadores que se agrupan
en 3 pilares que abarcan temas de normatividad para el desarrollo urbano y de
la vivienda, movilidad y transporte y ciudades verdes.
El análisis abarcó 402 municipios que conforman 115 ciudades
o zonas urbanas, que en conjunto concentran el 66% de la población, el 92% de
la producción nacional y el 80% de la demanda de vivienda. El INCOMUV se
dividió en 6 categorías de competitividad: alta, adecuada, media alta, media
baja, baja y muy baja. Sólo 7 municipios (entre ellos Querétaro) lograron la
categoría de alta; el grueso de los municipios (69%) quedó en las categorías de
media baja y media alta. Los municipios mejor evaluados tienen calificaciones
50% mejores a los municipios peor evaluados; pero aún así, ¡estos municipios
(los mejor evaluados) tuvieron calificaciones inferiores a los 55 puntos en una
escala de 0 a 100! Puesto en otras palabras, si esto fuera un salón de clases,
nadie habría aprobado y el examen, y el grupo de sobresalientes estaría
conformado por los “menos reprobados”. Esto refleja, sin duda, un frente más a
nivel nacional en el que tenemos brechas muy importantes a llenar, por el
impacto social y económico que, como dije al inicio, tiene el tema de la
vivienda.
Municipio
|
Resultado general
|
Pilar I. Normatividad y características de la vivienda
|
Pilar II.
Contexto de la vivienda dentro de la ciudad
|
Pilar III.
Contexto de la ciudad dentro del país
|
Querétaro
|
Alta
|
Adecuada
|
Alta
|
Adecuada
|
Corregidora
|
Adecuada
|
Media alta
|
Adecuada
|
Adecuada
|
Huimilpan
|
Adecuada
|
Media alta
|
Media alta
|
Adecuada
|
San Juan del Río
|
Media alta
|
Baja
|
Alta
|
Media baja
|
El Marqués
|
Media baja
|
Muy baja
|
Media alta
|
Adecuada
|
Elaborado por
Inteligencia de Negocios Atalaya con datos del INCOMUV
Vemos que el Pilar I es el que tiene en general las
calificaciones más bajas. Este pilar considera los aspectos de normatividad
para la construcción de vivienda, acceso a servicios básicos en la vivienda,
capacidad futura para ofrecer a la vivienda los servicios básicos, vivienda
ambiental y socialmente sustentable y preservación del valor patrimonial de la
vivienda. Sin duda, este Índice sirve para enfocar los temas a trabajar en el
Estado, y aunque 3 de los 5 municipios evaluados están en el grupo de los
sobresalientes, no olvidemos que están ahí por estar sólo menos reprobados que
el resto.
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